Foto Radio Bayamo.-

Ni la entrada en el teatro Bayamo del revólver patrimonial Colt 38, empuñado por Celia Sánchez Manduley en la Sierra Maestra, desvió la atención de quienes esperaban para comprar la balita de gas, el sirope de fresa, la mano de plátano burro…

 

(Foto: Radio Bayamo).

 

BAYAMO, Cuba. – El llamado a cada bayamés para entonar a coro las notas del Himno Nacional desde sus casas o centros de trabajo durante la clausura el pasado martes de la vigésimo sexta jornada de la Cultura Cubana fue un rotundo fracaso. Un espeso silencio, sólo alterado por el redoble de tambores para colocar una ofrenda floral al busto de Perucho Figueredo, se dejaba oír en la Cuna de la Nacionalidad.

A las ocho de la mañana, hora de la convocatoria para unir las voces y cantar, los residentes de Jabaquito, Manopla, Barrio Azul, Rosa la Bayamesa y Ojeda, entre otros barrios y repartos de la ciudad, encadenaban sus voces para preguntar qué sacarían en el Bodegón, si venderían en La Feria… mientras preguntaban el último de la cola.

De ahí que, en un contexto signado por la escasez y el desabastecimiento, la cultura, como escudo y espada de la nación –según palabras de Fidel-, de nada sirviera a los bayameses. Ni la entrada en el teatro Bayamo del revólver patrimonial Colt 38, empuñado por Celia Sánchez Manduley en la Sierra Maestra, desvió la atención de quienes esperaban para comprar la balita de gas, el sirope de fresa, la mano de plátano burro, el café normado o la leche a granel en la bodega.

Tampoco la conferencia Cultura y nación, ante los desafíos del presente, impartida por Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas, logró llamar la atención de quienes fueron convocados por sus familiares desde el exterior a cobrar un envío de remesas en La Violeta. Ni siquiera los cinéfilos de una ciudad con apenas dos salas cinematográficas dejaron de lado la búsqueda de alimentos para ver una muestra de cine cubano en el Boulevard de los Capuchinos.

Para Eusebio Nodarse, un jubilado asiduo participante de la también llamada Fiesta de la Cubanía, en esta ocasión no existen razones para celebrar, pues ni las armas de Celia Sánchez, el 90 cumpleaños de Omara Portuondo, o los 152 del Himno de Bayamo -a quienes estuvo dedicada esta jornada menos cultural que política- ayudarán a poner en la mesa un simple plato de comida.

“Y no es que cambie o sea más importante un plato de fongo con un huevo frito que una sinfonía, pero los ruidos de mi estómago en la sala, unido al del resto de los participantes, se oirían como un desaire a la obra y el artista… Y aire es lo que más tenemos en el estómago por estos días”.

“No estoy para patrioterismo, identidad y otras majomías, ahora lo mío es comer”, dijo con ironía.

Por otra parte, Jorge Alcántara (Paco), expresó: “Estoy enfermo del colon, apenas tengo qué comer, no aparecen las medicinas para el tratamiento y ni siquiera la fruta bomba que me recomendó el médico. Es decir, que ni una bendita papaya encuentro para mi padecimiento. Me gusta asistir, dentro de la jornada, al evento Crisol de la Nacionalidad Cubana, pues me divierten los debates y los tirones a la historia que hacen los panelistas para que coincidan con la tiranía”.

Asimismo, Aliuska López, una joven ama de casa apasionada del teatro, señaló:  “La cola de varios días para comprar los uniformes escolares de mis hijos me impidió asistir a la puesta en escena de Memorias de un pueblo roto, por el guiñol Pequeño Príncipe, aunque también me puse a pensar y dije: si más roto y desmemoriado que mi pueblo no hay otro, para qué repetir en la ficción lo que a los bayameses nos sucede cada día, y decidí marcar en una cola sin saber lo que venderían”.

La XXVI jornada de la Cultura Cubana, celebrada en Bayamo entre los días 17 y 20 de octubre, fue más de lo mismo: un pastiche político cultural donde convergen supuestos y reales símbolos de la identidad nacional a través de la historia, la tradición, el arte y la literatura, con el solo propósito de adoctrinar a las masas, domesticar al pueblo y lanzar unas falsas señales de unidad donde no existe otra realidad que la desunión, el miedo y el oportunismo como el pan nuestro de cada día.

Para resumir el evento, basta con leer lo expresado por Eusebio Nodarse (El Chevi) antes de irse: “Tal vez si me hubieran pedido que entonara una versión actual del Himno de Bayamo que diga: A las colas corred bayameses/ que la olla os contempla orgullosa/ no temáis una muerte ominosa/ que vivir sin comer no es vivir”, quizás reconsideraría mi decisión de no asistir.