Un grupo de seguidores de Trump siguen su mitin por pantalla de TV en Orlando – REUTERS.-
Con colas y tensión acumulada, hoy se abren los colegios electorales para votación anticipada en el estado más decisivo.
Florida es la zona cero de las elecciones. De la media docena de estados donde las fuerzas están igualadas entre republicanos y demócratas, es el que más electores -los delegados que eligen al presidente- pone en juego. Si Trump pierde aquí, sus opciones para quedarse las llaves de la Casa Blanca son mínimas: no podría permitirse perder ninguno de los otros estados bisagra -Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Carolina del Norte y Arizona-, donde las encuestas le son más desfavorables. En Florida, los sondeos apuntan a empate técnico. El estado es un rompecabezas político, con bastiones inexpugnables para los republicanos, como el llamado «mango de la sartén», la zona norte que da al Golfo de México; y otros muy demócratas, como la principal ciudad, Miami. Se ponen en juego electorados -voto hispano, jubilados, mujeres suburbanas- en los que un movimiento mínimo de fuerzas tiene la capacidad de decidir el resultado y, con ello, la presidencia. En 2000, el rompecabezas lo acabó por solucionar el Tribunal Supremo en una batalla legal por el recuento de votos que dio la victoria a George W. Bush frente a Al Gore por 527 sufragios.
Aquí la pelea es voto a voto. Desde los tribunales -demandas para ampliar el plazo de registro de votantes o para evitar el voto de convictos- hasta la calle. «Va a haber problemas en las urnas», dice a este periódico Chris Stanley, la presidenta del Club Demócrata en Wildwood, al Norte de Orlando, un enclave de jubilados. Es una zona muy «trumpista», cercana a donde el presidente dio su último discurso en Florida, el pasado viernes en el aeropuerto de Ocala. «Habrá intimidación, meterán miedo a la gente en el aparcamiento antes de votar, repartirán propaganda», dice desde su oficina, rodeada de parafernalia de la campaña de Joe Biden.
La tensión también se siente en el otro bando. Una hora al Oeste, en el condado de Seminole, vive Kathy Smith. No es su verdadero apellido, porque esta fanática de Trump prefiere ocultarlo. «No quiero perder mi empleo», dice. «Trabajo para unos abogados que son muy demócratas». Asegura que siente miedo a la hora de poner su cartel con el presidente en el jardín de su casa. «Hay mucho escarnio público. Vivo cerca de un colegio y temo que los padres me hagan algo».
Kathy dice que Trump tiene su voto para evitar «la extrema izquierda» que representan demócratas como Alexandria Ocasio-Cortez o Bernie Sanders, y porque las ideas de «confinar a todo el mundo, mandar desde el Gobierno, decir a la gente lo que tiene que hacer y cerrar iglesias son ideas fascistas». ¿También apoya eso Biden? «Todos los demócratas lo apoyan».
El miedo de los más mayores
La tensión política tiene víctimas familiares. Kathy dice que ya no se habla con su hermana por su apoyo a Trump. David Baber, en la costa del Atlántico, solo discute con su hermano, un veterano de Vietnam que cree que el presidente «es el bueno». En esa zona, cerca de Cabo Cañaveral, orgullo patriótico de EE.UU. por las misiones espaciales, domina también el color rojo republicano. «No se ven más que carteles de Trump», reconoce con disgusto.
Baber es jubilado y teme por el impacto en los fondos de la Seguridad Social del plan fiscal de Trump. «No por mí, que ya llevo años cobrando, por los que vienen detrás». Él forma parte de un electorado que podría impedir la reelección de Trump como respuesta a su gestión de la pandemia, que se ha cebado con los más mayores.
De vuelta en Orlando, y como en otras partes del estado, muchos ojos están puestos en qué harán los hispanos. Los datos muestran que es un electorado creciente, que ha ganado 350.000 votantes registrados desde 2016 y que ya son el 17% de quienes votan en el estado. «Los demócratas son muy condescendientes. Eres un traidor si no les apoyas», protesta Jorge Rivero, que lleva una camiseta de «Latinos por Trump». Es de padres cubanos, nacido en Venezuela y emigrado a EE.UU. el perfil ideal del votante hispano de Trump, al que su dureza con el casticismo y el chavismo le ha permitido consolidar apoyos en esas dos comunidades.
Pero, en la acera de enfrente, están los puertorriqueños. Muchos de los nuevos hispanos en Florida han llegado desde la isla, en especial tras el huracán María y la crisis económica que provocó. Ayer, el principal periódico de Puerto Rico, El Nuevo Día, apoyó por primera vez en su historia a un candidato: Biden. Una de las claves es si los demócratas conseguirán movilizar a esas comunidades.