Harold Alcalá Aramburo y Maikel Delgado Aramburo junto a su abuela. CUBANET.-
Argumenta lo excesivo de esta condena y que ambos reclusos fueron juzgados por terrorismo, delito que no cometieron.
Waldo Fernández Cuenca para DDC, La Habana. 29 de enero 2020.-
—Julia Estrella Aramburu Taboas, madre y tía respectivamente de los presos Maykel Delgado Aramburu y Harold Alcalá Aramburu, condenados a cadena perpetua por el robo de una lancha en el año 2003 —suceso por el cual fueron fusilados los tres principales responsables— ha pedido a modo de súplica, a finales de este mes y por tercera vez al presidente del país Miguel Díaz-Canel, un indulto para estos presos, confinados en celdas de castigo.
En su petición, Aramburo Taboas, quien también es activista de derechos humanos, argumenta lo excesivo de esta condena y que ambos reclusos fueron juzgados por terrorismo, un delito que —ajustado a los hechos— no cometieron, pues no arrebataron ninguna vida en su propósito de tocar tierra estadounidense.
En el escrito esta activista señala además que los principales responsables de condenar a sus familiares ya fallecieron (el presidente del Tribunal y Fidel Castro), y que ambos reclusos padecen de varias enfermedades de diverso tipo, causadas por su prolongada estancia en unas celdas de castigo sin ventilación, llenas de humedad y constante suciedad.
La primera vez que Aramburo Taboas solicitó una petición de indulto fue en 2013 al entonces presidente Raúl Castro, pero hasta el momento no ha recibido ninguna respuesta.
En octubre del pasado año el Ministerio de Justicia accedió a la petición de esta mujer, a través del abogado Edilio Hernández, de revisar las condenas de estos dos reclusos, pero hasta la fecha no ha recibido respuesta de lo que harán las autoridades y si finalmente la condena de ellos será rebajada o conmutada.
El fusilamiento en juicio sumarísimo de los tres principales responsables del secuestro de una lancha en abril de 2003 suscitó el repudio de la comunidad internacional por la severidad de las condenas y porque los acusados carecieron en todo momento de las más mínimas garantías procesales.
Para la mayoría de los analistas sobre Cuba la severidad de estas condenas tenían como objetivo servir de escarmiento para que sucesos de esta naturaleza no volvieran a repetirse. Fue la última vez que se aplicó en Cuba la pena de muerte, figura penal que aún sigue vigente en el Código Penal y no ha sido derogada.