Embajada de EEUU en La Habana. EFE.-

 

El diario afirma que EEUU tiene inteligencia sobre un país hostil que usa un arma de microondas para ‘bañar las viviendas de un objetivo’.

DDC, Nueva York

—Una investigación del diario The New York Times reveló nuevos detalles del conocido como “síndrome de La Habana” que indicarían que Rusia podría estar detrás de los presuntos “ataques acústicos” que afectaron a decenas de diplomáticos de EEUU y Canadá en Cuba.

Según el artículo, si bien la Administración Trump no ha confirmado cuántas personas fueron afectadas, al menos 44 estadounidenses miembros del personal oficial y sus familiares en Cuba, así como 15 que sufrieron semejantes daños en China, han sido evaluados o tratados en el Centro para Daños Cerebrales de la Universidad de Pennsylvania (CBIR) por afecciones derivadas de tales hechos, mientras que 14 canadienses también han denunciado presentar secuelas de sucesos inexplicables.

Oficiales de Departamento de Estado y ex agentes de inteligencia dijeron al diario que consideran que Rusia jugó un rol en tales hechos, entre otras razones, por el incremento de los operativos violentos de sus fuerzas de seguridad en el mundo, que incluyen envenenamientos usando armas químicas.

El Times recordó que durante la Guerra Fría la Unión Soviética bombardeó la Embajada de EEUU en Moscú con microondas, mientras que en 2014 la Agencia de Seguridad Nacional reveló un informe donde reconoció tener inteligencia sobre un país hostil que usaba un arma de microondas de alta potencia para “bañar las viviendas de un objetivo con microondas”, causando daños al sistema nervioso.

Si bien el nombre del país permaneció clasificado, individuos familiarizados con el documento aseguraron que se refería a Rusia.

Uno de los casos que refiere el texto del NYT es el de Marc Polymeropoulos, un alto agente de la CIA que contó su experiencia a la revista GQ, y quien estando de misión en Moscú el 5 de diciembre de 2017 sufrió mareo y náuseas repentinas, tras lo que aseguró haber perdido el dominio de su cuerpo.

Polymeropoulos, quien ha criticado la forma en que el Gobierno de Estados Unidos ha atendido a su personal afectado por esta clase de problemas de salud y exige a la CIA que le permita ser atendido en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, el hospital donde fueron tratados algunos de los afectados en Cuba, fue diagnosticado en 2018 con neuralgia occipital, una condición derivada del daño sufrido en dos nervios del cerebro.

Polymeropoulos denunció que la CIA no quiso remitirlo al CBIR asegurando que no era necesario.

Aunque los doctores de ese centro declinaron discutir con The New York Times los detalles de las afecciones de salud que han descubierto, sí rechazaron que estas se deban a una enfermedad psicológica. Según su diagnóstico, todos los pacientes que trataron tienen daño cerebral provocado por una fuente externa.

A pesar de las acusaciones de varios expertos, funcionarios oficiales de EEUU insistieron en ver más evidencia antes de acusar a Rusia. Gina Haspel, directora de la CIA, ha reconocido que Moscú realizó operaciones para dañar a sus agentes, pero asegura no estar convencida de que estos sean responsables de los síntomas que estos padecen e incluso duda de que los ataques ocurrieron, aseguraron dos funcionarios que hablaron con el diario.

Por su lado, Maria Zakharova, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, calificó cualquier insinuación sobre la implicación de Moscú como algo “absolutamente absurdo y bizarro”, mientras que un funcionario de la Embajada de Rusia en Washington dijo que los presuntos ataques eran un caso de “histeria colectiva”.

Pero Mark Lenzi, quien trabajaba en el Consulado de EEUU en Guangzhou, China, cuando él y su familia sufrieron afecciones similares al “síndrome de La Habana”, dijo que hay material clasificado que apunta al país que realizó los ataques, aunque el Departamento de Estado le prohibió acceder a tales documentos.

Oficiales de mando “saben exactamente qué país” es responsable, dijo Lenzi, quien agregó que no es Cuba ni China, sino otro “con el que el secretario de Estado y el presidente no quieren confrontar”.

Las nuevas revelaciones ocurren horas después de que la artista cubana Tania Bruguera denunciara a través de sus redes sociales la aparición de un extraño ruido dentro de su casa, semejante al de un grillo, que le ha provocado un gran dolor de cabeza y oídos, lo que varias personas asociaron con los llamados “ataques acústicos”.

En septiembre de 2017 el Gobierno de Estados Unidos decidió retirar de su Embajada en Cuba a todo el personal no esencial y sus familias debido a que varios diplomáticos experimentaron síntomas como mareos, vértigo, confusión mental, sordera parcial y lagunas de vocabulario básico, supuestamente provocados por la exposición a sonidos persistentes de origen desconocido en sus casas o habitaciones de hotel.

La hipótesis del ataque cobró fuerza tras la difusión de una grabación de audio, realizada por personal diplomático estadounidense en La Habana y publicada por Associated Press (AP), en la que se escuchaba un molesto zumbido agudo semejante al de un grillo.

Las autoridades cubanas, quienes llevaron a cabo su propia investigación, aseguraron en 2017 que las pesquisas demostraron “la inexistencia de evidencias que indiquen la ocurrencia de los alegados ataques acústicos”.

A finales de 2018, un artículo publicado por la prestigiosa revista estadounidense The New Yorker vinculó a Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl Castro y hasta entonces jefe de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional, que asesoraba a su padre, con los presuntos ataques acústicos que afectaron a dos decenas de diplomáticos estadounidenses y canadienses en La Habana.

El reportaje, titulado “The Mystery of the Havana Syndrome”, señala que el departamento del Ministerio del Interior cubano que dirigía Castro Espín habría sido desmantelado en fecha cercana a marzo, justo cuando su no inclusión entre los nominados a sustituir a su padre al frente del Gobierno cubano levantó especulaciones.